martes, 13 de septiembre de 2011

La rebeldía feminista desde el cuerpo, desde la sexualidad…

Parece de sentido común decir que ser feminista implica rebelarse contra los mandatos patriarcales sobre los cuerpos de las mujeres. Pero a veces, eso que parece tan sencillo resulta una de las tareas más difíciles porque desde la orientación sexual hasta la estética, desde la ropa hasta los deportes que practicamos, todo está atravesado por mandatos androcéntricos, heterosexistas y misóginos.

Sobre la sexualidad, feministas como Beatriz Preciado, cuestionan el hecho de que se pretenda que lo “sexual” o la “sexualidad” se encuentran en determinados lugares del cuerpo, en aquellos órganos directamente vinculados a la reproducción: el pene, la vulva, el pecho. La tradición nos hace pensar que el resto del cuerpo, como la boca, el ano, la piel, los dedos; no son órganos sexuales, lo cual recorta de manera significativa la posibilidad de goce sexual de las mujeres. Llama la atención acerca de los estereotipos que el régimen heterosexual construye sobre las relaciones lésbicas, en los que se tiende a tratar de ubicar la parte “masculina” o “fálica” lo que considera la autora, ha reforzado la idea de que para que haya sexo y placer sexual se requiere de por lo menos un varón.

Por su parte Iris Young, muestra cómo los cuerpos de las niñas que viven en zonas urbanas y de clase media o alta, son entrenados desde muy chicas para ser mujeres. Desde la postura corporal hasta la construcción de una percepción de debilidad y dependencia de la fuerza de los varones. Nos dice Young que vivimos en una cultura en la que aprendemos que una mujer fuerte, que pueda cargar, usar herramientas para reparar, practicar ciertos deportes es poco “femenina”, es decir, poco atractiva para los hombres. Nuestro cuerpo aprende a depender y por ello, no en pocas ocasiones se parte del supuesto de que las mujeres no sabemos clavar una puntilla ni reparar algún objeto que requiera herramientas o fuerza física.

De otro lado, esta misma autora analiza cómo los senos de las mujeres han sido expropiados de sus cuerpos para ser objeto de valoración, deseo y propiedad de los varones. Los discursos culturales se orientan a utilizar la imagen de los senos casi sin necesidad de que su portadora exista. La publicidad, la pornografía heterosexista, el discurso médico, entren otros, cosifican los senos y despojan a las mujeres de su propiedad y de la posibilidad del goce sexual que de ellos podríamos derivar. El contexto histórico y cultural patriarcal determina su forma, tamaño, disposición y forma de exhibirlos o no.

De cara a ello, el desacato feminista para liberar nuestro cuerpo debe empezar por un ejercicio político de autoerotismo. Encontrar el goce y el placer por nosotras mismas y conocer tan bien nuestro cuerpo que luego podamos, si lo decidimos, guiar a la/s pareja/s que escojamos. No ser objetos del placer de nadie sino ser sujetas de nuestro propio placer. De otro lado, aquellas que aprendimos la debilidad, tenemos que desaprenderla. Podemos entrenar nuestro cuerpo en cualquier actividad que deseemos: un deporte, cargas las bolsas de mercado, reparar un electrodoméstico. Un cuerpo de mujer no es débil en sí mismo y muestra de ello es la increíble capacidad de trabajo que han tenido a lo largo de la historia las mujeres campesinas, pobres, afrodescendientes, indígenas, las deportistas, entre otras que han parido, trabajado la tierra y su capacidad de trabajo ha sido explotada hasta el límite.

Finalmente, quiero invitarlas a una práctica clásica de las feministas de las Segunda Ola: tenemos que liberarnos del sujetador. Nuestro pecho en nuestro. Podemos sentir un placer inmenso en él y deberíamos disfrutar de la variedad de sus formas y tamaños; olvidemos el mandato moral, incluso, y aunque sé que es difícil, ignoremos la mirada juzgadora de los varones heterosexuales. Como hace casi cincuenta años, ¡No sólo quitémonos los sujetadores, hagamos una hoguera con ellos!

Bombón

1 comentario:

  1. Me gusta la forma que le dan los sujetadores a mis senos, que son peques, pero también me gusta verlos con la pijama. Es mucho más erótico para mi misma, me gusta verme en el espejo así con la forma que tienen al natural. Pero claro, las imposiciones culturales no me dejan salir a la calle así... Entonces, el sujetador en verdad sujeta!! gracias por tu invitación!

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