No me imagino cómo se sentirán las feministas que vienen peleando desde hace décadas por la legalización del aborto. Año tras año, presentando los mismos argumentos, defendiendo las mismas ideas y cuando parece que se da un pequeño pero fundamental paso, de nuevo y de un plumazo se retrocede escandalosamente.
Una vez más tenemos que defender un asunto básico de autonomía y control sobre nuestros cuerpos. De nuevo trataré de ofrecer los argumentos que por años hemos esgrimido en este asunto. Parto de aclarar que no estoy a favor de la simple despenalización sino de considerar el aborto como un derecho fundamental de las mujeres que debería ser libre y gratuito para todas. Es decir que, no comparto aquello de restringir el derecho sólo a algunos casos. El problema con los casos que por lo general se despenalizan, es que primero hay que probar que el sufrimiento de la mujer es tal que se “merece” un aborto legal. Para mí el aborto debería tener como único requisito una decisión libre e informada de cada mujer.
Hay que tener en cuenta que los países con experiencias de despenalización o legalización del aborto no imponen la práctica como obligación para ninguna mujer sino que cada una puede decidir. Además, por lo general, se toman en serio eso ofrecer programas integrales que incluyen educación sexual, garantías para la efectiva autonomía de las mujeres en otras áreas de su vida, información y suministro gratuito de métodos anticonceptivos; incluyendo la píldora del día después, que previene de forma eficaz el embarazo y obviamente los abortos.
También se sabe de sobra que la penalización del aborto termina teniendo un sesgo de clase: las mujeres pobres, con menor educación, menores oportunidades laborales, que viven fuera de los núcleos urbanos, aquellas que deben decidir entre comprar comida o píldoras anticonceptivas son quienes van a la cárcel o terminan muertas por abortos realizados en condiciones antihigiénicas o con técnicas rudimentarias y peligrosas.
Las mujeres con mayores recursos mientras tanto, podrán acudir a los centros en donde se seguirán realizando abortos a pesar de la prohibición, les darán unas pastillas en la mayoría de los casos o un sencillo procedimiento les permitirá seguir adelante con su vida. Y esto me lleva a otra reflexión: hay muchas mujeres que abortan porque no quieren en ese momento de su vida un embarazo. Lo hacen serenas, seguras y tranquilas porque prefieren abortar a cargar con una maternidad no deseada. El aborto para todas no es ese acto lleno de dolor y desesperación que nos han querido pintar. No niego que para algunas lo es, pero para muchas no y éstas últimas merecen ejercer su derecho tanto como las otras.
Finalmente, es importante resaltar que ningún método anticonceptivo es 100% seguro. Es decir, por más que se tomen todas las medidas siempre hay riesgo de embarazo, así que lo mínimo sería poder decidir no tener hijos ni hijas en una sociedad en donde la maternidad es una carga para las mujeres: podrán decirme que algunas la gozan y las felicito pero no podrán afirmar que la sociedad, el Estado o los varones asumen de verdad la responsabilidad que tienen en el cuidado y la crianza de los hijos y las hijas. La maternidad transforma de manera definitiva la vida de las mujeres: lo mínimo es poder decidir cuándo se quiere asumirlo, si es que se quiere.
Hola, quiero saber si saben algo sobre la marcha del 25 de feberero, al parecer está circulando información errada sobre la organización y sentido de la marcha de las putas. No sé si les interese el tema
ResponderEliminarGracias