De partida reconozco la importancia que tuvo para las feministas que nos precedieron en la idea original de conmemorar este día y de lo central que es para nosotras construir una genealogía de nuestras luchas: construir la memoria de nuestros caminos y logros, de lo que ha costado tener lo que tenemos y de lo que queda por alcanzar. Sin duda reconozco la radicalidad que pudo tener la iniciativa de tener un día de la mujer… sin embargo, esta se perdió en el momento mismo en que los Estados y las empresas compraron la idea y la convirtieron en lo que es hoy: una puesta en escena de los principales estereotipos sexistas y misóginos.
Creo que debemos proponer estrategias nuevas, salirnos de los márgenes de lo políticamente correcto, escaparnos del patriarcado para subvertirlo y retarlo ¿qué podemos idear para hacer visible la situación de las mujeres? ¿Qué estrategias podemos emprender no sólo para denunciar sino transformar la injusticia social, el racismo, el sexismo, la homofobia, la violencia, expresiones todas de un patriarcado vigente y vital?
¡Las feministas sólo queremos cambiar el mundo! Y para ello, necesitamos estrategias nuevas y radicales. Renombrar este día como el día de las mujeres o de los derechos de las mujeres no modifica el sentido de un día que se “celebra” desde la alcaldía del pueblo más pequeño con serenata de mariachis, y se “conmemora” en el edificio del procurador general, seguramente con una misa en un Estado supuestamente laico y en un lugar público.
¡No más 8 de marzo! ¡Vida digna y plena para las mujeres todos los días del año, todos los días de sus vidas!
*BOMBOM
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